Arthur González
La década de los años 90 del pasado siglo se inició sin la existencia del sistema socialista en Europa, situación lograda por el éxito de los planes desarrollados por científicos de la CIA y otras agencias del gobierno de Estados Unidos, millonarios presupuestos para sufragar elementos “disidentes” y el aprovechamiento de graves errores cometidos por el Partido Comunista y sus gobernantes.Cuba quedó sola como perla brillante en medio del Caribe a pesar del recrudecimiento del bloqueo, la guerra sicológica, el incremento de la asignación de dinero para sostener a la contrarrevolución, pastorales religiosas que pretendieron indicar el camino a seguir y los planes ejecutados por la USAID y la NED.
Documentos oficiales estadounidenses indican que desde 1995 hasta la actualidad, la USAID y la NED destinaron más de 260 millones de dólares para el Programa Cuba.
Como parte de ese financiamiento la Casa Blanca autorizó el envío a la Habana a través de sus valijas diplomáticas, de 383 mil libras de medicinas, alimentos, ropas, más de 23 mil radios de onda corta, además de unos 288 mil libros, revistas y otros, en un intento por subvertir el sistema, alcanzando las 70,5 toneladas como sumatoria de esos artículos.
Crearon tres centros de preparación para los “disidentes” en locales de la Sección de Intereses y aprobaron presupuestos para estudios sobre la racialidad en Cuba, otorgándosele por primera vez becas a negros intelectuales cubanos, en el Centro de Estudios Cubanos de la Universidad de Florida, surgiendo el movimiento “Cofradía de la negritud”, y otros de similar corte.
Paralelamente aparecen en la Habana la revista “Islas” de contenido racial, soporte de la ONG Afro-Cuba Alliance, y el Centro para la comprensión de los Afro-descendientes cubanos, CUCAD, financiados por la USAID.
Diplomáticos norteamericanos en La Habana desarrollaron tele-conferencias y debates con intelectuales, académicos y profesionales cubanos negros, junto con “disidentes” de grupos creados para ese fin, tales como: Comité Ciudadano para la Integración Racial, Movimiento por la Integración racial y Proyecto Alianza Unida Racial.
La meta trazada es la división de la sociedad cubana mediante el enfrentamiento racial, con la esperanza de lograr un movimiento político que se oponga al socialismo, por “no haberles dado” el espacio que merecen.
No por casualidad dentro del llamado Plan Bush del 2004, se asignaron seis millones de dólares para “financiar programas en pro de la democracia de los negros, las mujeres y los jóvenes”.
El 13 de junio del 2013, el Departamento de Estado bajo la administración Obama, aprobó varios proyectos para promover la “democracia y los derechos humanos” en Cuba, respaldados por un financiamiento de un millón 500 mil dólares para el periodismo “independiente”, 750 mil dólares para los derechos laborales y 500 mil dólares para la igualdad y defensa de la población negra cubana, a la cual ellos insisten calificar de afro cubana, a pesar de que en la isla todos son cubanos por nacimiento con iguales derechos y deberes.
Antecedentes de la época colonial española inducen a suponer que los yanquis transitan por similar camino, cuando fuerzas peninsulares crearon batallones de voluntarios integrados solo por negros cubanos que lucharon contra los mambises y sembraron el germen del racismo entre las tropas independentistas.
Ante aquella estrategia enemiga José Martí salió al combate, al publicar en el periódico “Patria”, New York, 16 de abril de 1893, un artículo denominado “Mi Raza”, donde alertaba a los cubanos del peligro de una guerra de razas que pretendía dividirlos.
En ese documento Martí explicó:
“Esa de racista está siendo una palabra confusa, y hay que ponerla en claro. El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos. El negro, por negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre: peca por redundante el blanco que dice: “mi raza”; peca por redundante el, negro que dice: “mi raza”. Todo lo que divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad”.
[…] En Cuba no habrá nunca guerras de razas. […] desde la primera constitución de la independencia el 10 de abril en Guáimaro, no se habló nunca de blancos ni de negros.
Sin embargo, hoy algunos insisten en ver estadísticas en “colores” e introducen conceptos de “desproporción” en cargos públicos, funcionarios de empresas, diplomáticos y otros cargos de negros y blancos.
Esos no mencionan el discurso de Fidel Castro el 25 de marzo de 1959, donde le explicó al pueblo la política de la Revolución contra la discriminación racial que había antes, considerada como una de las peores lacras sufridas en el país.
Desde esa fecha todos los cubanos y cubanas tienen el mismo derecho de estudiar y alcanzar estudios universitarios, tengan cualquier color de piel.
Para evitar el desbalance histórico cultural de algunos segmentos de la sociedad cubana, se impuso la obligación legal a todos los padres de enviar a sus hijos a la escuela hasta alcanzar el noveno grado, y de no hacerlo tienen consecuencias penales.
Las oportunidades son parejas y quien no las aproveche no es por causa de su color de piel, sino por otros motivos. Cientos de miles de negros y mestizos son profesionales, técnicos, artistas e intelectuales, gracias a la Revolución, algo que jamás soñaron sus abuelos y padres.
Nadie debe dejarse arrastrar por conceptos exportados por el país más racista del mundo, ese que apoyó totalmente al régimen del Apartheid, creó el Ku Klus Klan para quemar vivos a sus negros y permite que policías blancos asesinen a sus niños negros, denominándolos “afro norteamericanos” al no considerarlos con el pleno derecho de ser llamados simplemente Norteamericanos, sin la distinción racista del color de su piel.
Los yanquis pueden irse a dividir a otra parte.
Genial fue Martí cuando aseveró: “Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro”.