El Himno, la bandera, el escudo, la flor nacional y el tocororo son sin lugar a dudas los símbolos y atributos que desde siempre son sinónimo de Cuba. A pesar de ello y debido a la propia tradición, muchos otros distintivos quedan a la saga de los libros cuando en realidad definen al cubano en el mundo entero.
Si bien es cierto que los antes mencionados han sido determinantes en cada uno de los procesos históricos del país hay otros que en días como hoy no deberían dejar de recordarse.
La imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre recorre el mundo y cubano que se encuentre fuera de su tierra la identifica como propia aunque no sea creyente. La virgen y la Patria de la mano desde siempre, hace más de 600 años, aun cuando no se hablaba de Nación.
Cuando comenzó a aflorar el sentimiento de cubanía esta devoción no fue precisamente un rasgo de un programa político dicen los libros, pero al mismo tiempo, es propia del pueblo cubano, tan local, tan territorial, que primero fue característica de patriotismo regional y más tarde se convirtió en patriotismo nacional.
Cuenta la historia que las cubanas las llevaban como adorno y las medallas de María, en la advocación del Cobre, se tomó como ostentación del nacionalismo cubano.
Se dice que por el año 1851 en Camagüey las misas dedicadas a la Virgen se consideraron sediciones porque instaban a la mediación de la separación de la ínsula del poder colonial español.
El Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, al necesitar tela azul para hacer su primera bandera, la tomó del dosel de la Imagen de la Virgen, de la devoción de su esposa. No lo hizo por un motivo religioso, pero fue real.
Cuenta la historia que Antonio Maceo al ser bautizado, entre otros nombres, recibió el de Nuestra Señora de la Caridad, puesto por devoción de su madre Mariana Grajales.
Durante las Guerras de Independencia de Cuba iniciadas en 1868, las tropas del Ejército Libertador manifestaban gran devoción por la Virgen de la Caridad y se encomendaban a ella.
Tiempo después el Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, afectivamente vinculado a Cuba, entregó la medalla que le otorgó tal distinción a la venerada Patrona.
Cientos de cubanos peregrinan hasta el Santuario y suelen volver a sus hogares con diminutas piedras donde brilla el cobre de la mina que otro tiempo fue explotada. Se vale entonces que cada 20 de octubre de igual modo se recuerde la Virgen y la Patria de la mano con la historia y sus símbolos pues todos, de conjunto son Cuba.