Roa junto a Fidel, al fondo el capitán Antonio Núñez Jiménez
Por Iroel Sánchez/La Pupila Insomne
Cuando falleció en 1982 yo terminaba el preuniversitario y aunque no había vivido sus batallas defendiendo a Cuba en la ONU y retirándose “con los pueblos de América” de la OEA, Raúl Roa era para mi una figura legendaria. Lo había visto con su gesticulación cubanísima y su adjetivación avasalladora en el documental Pablo, de Víctor Casaus, hablando de sus amigos Pablo de la Torriente Brau y Rubén Martínez Villena y dando color con su verbo torrencial a toda una época.
Al leer más tarde la compilación de sus textos recogidos en La revolución del 30 se fue a bolina -título que lamentablemente presté y perdí y por ende cito aquí de memoria- me impresionó la decisión de lucha recogida en el artículo “Tiene la palabra el camarada máuser” que creo recordar abre…
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