Escrito por Nicanor León Cotayo
CubaSi
Este miércoles fungió como su admiradora Bernardette Pardo, columnista del Nuevo Herald, la cual escribió, “nos entristece la noticia” sobre el retiro de Ileana.
Agregó que su trayectoria ha sido larga y exitosa, primero en la Legislatura floridana y luego en el Congreso de Washington, donde ha sido electa y reelecta en 10 ocasiones.
Quienes ganan esos tipos de distritos, afirmó su apologista, “son los verdaderos grandes políticos”.
Mario Díaz-Balart, legislador muy cercano a Ileana, e hijo de uno de los más estrechos colaboradores hasta 1958 del tirano Fulgencio Batista, asoció el próximo retiro de Ros-Lehtinen con “un terremoto político”.
Según su punto de vista, ella es una de las figuras más queridas y respetadas en este Congreso tan dividido.
Pero advirtió, nunca querrías estar del otro lado, “como oponente es temible”.
¿Se trata acaso de la verdadera Ileana? No, solo de una muy reducida imagen sobre ella.
Baste citar un ejemplo concreto, entre muchos, para demostrarlo, y desafío a Bernardette Pardo que lo niegue.
¿Apoyó públicamente Ros-Lehtinen a los militares que el 28 de junio de 2009 derrocaron en Honduras al gobierno constitucional de Manuel Zelaya?
¿Es cierto que viajó expresamente allí para dejar constancia de su respaldo a esos “gorilas”?
Todo, a pesar de que la desaprobación al brutal golpe castrense abarcó la mayor parte del mundo, incluso hasta los predios de la Asamblea General de la ONU.
Al principio de la asonada, hasta Barack Obama y otros personajes de la Casa Blanca, expresaron su repudio a lo sucedido.
La televisión difundió a millones de personas en el mundo algunas de las brutales golpizas contra múltiples ciudadanos opuestos a la asonada castrense en aquella nación centroamericana.
A la vez restringían la libertad de expresión, mientras se agravaba la situación socioeconómica nacional para muchos hondureños.
De tal escenario, así como de otros no menos tenebrosos, la verdadera Ileana es una cómplice de oro.