Por Agustín Palermo (*)
A estas alturas de la historia (casi sesenta años de revolución), cuando se trata de atacar a Cuba, ya no llama la atención que la “gran” prensa le dé primeras planas a gente que se autodenomina disidente dentro y fuera de la isla, pero que nunca en su vida han sido capaces de movilizar ni siquiera a su propia familia para que le acuerpen en alguna acción; lo patético es que hasta sus amos del Norte que les entregan limosnas para que chillen, los aborrecen por incapaces y serviles.
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