Lo que usted tiene que saber sobre el nuevo Secretario de Estado de Trump

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Misión Verdad

¿Quiénes son y qué hay detrás de este cambio de funcionarios diplomáticos y de inteligencia? ¿Un cambio de estrategia o endurecimiento de la línea guerrerista de los Estados Unidos?

Desde que Donald Trump asumiera la dirección del gobierno estadounidense a principios de 2017, una ola de funcionarios han sido despedidos, como lo hiciera el magnate presidente muchas veces en su show The Apprentice pero vía Twitter, o renunciado bajo presión política. Se cuentan por lo menos 25 altos funcionarios, entre ellos Steve Bannon, Michael Flynn y ahora, la noticia del día en cuanto a la Casa Blanca, el máximo accionista individual de ExxonMobil y ex secretario de Estado, Rex Tillerson.

Asume como reemplazo del principal puesto diplomático de Estados Unidos el republicano Mike Pompeo, pronto a confirmarse mediante el Senado, que venía ejerciendo en la Administración Trump la dirección de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

A su vez, Gina Haspel sube un escalón administrativo: ahora toma el timón de directora de la CIA, luego de fungir como subdirectora, el segundo puesto más alto de esa institución. Esto aún está por confirmarse ante el Congreso (requiere la aprobación legislativa luego de la nominación presidencial), sin embargo Trump da por hecho que será aprobada y Haspel se convertirá así en la primera mujer en asumir ese cargo en la historia estadounidense.

Este movimiento puede leerse desde varias aristas, dado que tanto Pompeo como Haspel son figuras en ascenso que han trabajado al lado de su presidente y han logrado influir en las decisiones que se firman y se dejan a un lado en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

La sombra de la CIA

Desde que los hermanos Dulles fundaron la agencia de inteligencia más importante de EEUU hace más de 60 años, ésta ha dejado huellas no sólo a lo interno de su país sino en numerosos rincones del mundo. Su sede en Langley (estado de Virginia) es, como lo sintetiza el analista Larry Chin, también la del Estado profundo y el gobierno en las sombras. La CIA es una cueva donde se deciden muchos de los mayores asuntos del poder en EEUU.

Los sucesivos directores de la CIA han sido empresarios importantes, miembros del establishment político y/o estrategas geopolíticos que asumen la filosofía supremacista de que el Hombre Estadounidense debe civilizar («democratizar») de manera excepcional el resto del mundo. Por eso Mike Pompeo entra en el perfil: empresario y representante del ala más radical y conservadora del Partido Republicano, se ha granjeado una carrera en la comunidad de inteligencia que no escapa de la polémica y del mundo del negocio armamentístico y petrolero.

Sus conexiones con el complejo industrial-militar lo llevaron a esa posición importante. Con su nombramiento como nuevo secretario de Estado, Pompeo rellena asimismo el perfil corporativo que poseía Tillerson, con el adherente esencial de que proviene directamente de las oficinas en las que se trazan estrategias y tácticas importantes en cuanto a operaciones secretas a escala internacional. Lo confirma el prontuario de la CIA.

De hecho, tanto Tillerson como Pompeo están estrechamente vinculados (por financiamientos y lobby) a ExxonMobil. La ascendencia de la central de inteligencia ganó el pulso en el plano diplomático-internacional a lo interno de la Administración Trump.

Por otro lado, Gina Haspel tiene un currículo menos interesante en lo corporativo pero mucho más llamativo en cuanto a sus dotes como espía y lideresa de centros de detención y torturas. La ahora directora de la CIA fue principal responsable de una prisión secreta («black site») de la CIA en Tailandia en 2002, un proyecto clasificado de la agencia. Se descubrió mediante la desclasificación de cables que Haspel encubrió y destruyó documentos en los que se reportaron torturas como el «ahogamiento simulado», además de albergar en ese sitio a terroristas de Al-Qaeda.

Haspel es una veterana de las operaciones de espionaje, uniéndose a la CIA en 1985. Llegó a ser la embajadora estadounidense en Londres. En 2013 fue nombrada jefa interina del Servicio Clandestino Nacional, oficina en la que se planifican las operaciones encubiertas de la CIA, pero fue reemplazada en pocas semanas debido a los escándalos de tortura.

Mike Pompeo la elogia de esta manera: «Gina es una funcionaria de inteligencia ejemplar, una patriota que con más de 30 años de experiencia en la agencia. Es una líder probada con una capacidad misteriosa para hacer cosas e inspirar a quienes la rodean». Y de esta manera ascienden dos personajes con influencia tanto en la CIA como en el gobierno estadounidense. La pregunta sobre lo que hay detrás de la jugada es lo más interesante de exponer, con esta sombra de la CIA en todas partes.

¿Por qué el cambio de funcionarios?

En los últimos meses se mostraron desaveniencias y contradicciones públicas entre Rex Tillerson y Donald Trump. Uno desdecía al otro vía Twitter o discurso, en cualquier lugar del mundo. La baja del texano petrolero se veía venir desde hace tiempo, y su reemplazo por Pompeo también fue anunciado con anterioridad, como lo reseña The American Conservative.

Con Tillerson fuera del diagrama gubernamental, el ahora Secretario de Estado es visto como un agente de apoyo a las decisiones agresivas y diplomáticas de la Administración Trump. De hecho, la visión sobre las conflictivas relaciones entre EEUU y la República Islámica de Irán toma una mayor dimensión con Pompeo como Secretario de Estado, ya que éste (al contrario de su precesor) opina que no debe negociarse nada con los iraníes. Se aboga por una ausencia de política exterior con relación a los acuerdos nucleares con la potencia de Medio Oriente en vez del diálogo político, y se privilegia la política de bloqueo y embargo aún en curso. Es la línea neoconservadora de la guerra.

La manera de relacionarse con Corea del Norte es distinta en cuanto a la impronta de Pompeo. En una conferencia en enero reciente, Pompeo admitió que debería negociarse una salida diferente a la guerra nuclear y la confrontación directa con Kim Jong-un: este factor es clave en la presente coyuntura, con el anuncio de que Trump y el líder norcoreano se reunirán prontamente en una mesa de negociación.

Aunque las declaraciones del ex director de la CIA apuntan hacia los problemas que tiene actualmente EEUU con Irán, Corea del Norte y Siria, a Pompeo se le reconoce el puño de hierro en la comunidad de inteligencia gringa. La estrategia que trazó en torno a las sanciones y el bloqueo financiero contra Venezuela provino de las manos de Mike Pompeo, como él mismo lo confesara recientemente. Hay que reconocer que el nivel de influencia de la CIA en las decisiones de Donald Trump es, como en anteriores presidentes luego del asesinado John F. Kennedy, bastante alto. Tanto como para otorgarle un puesto a su entonces director como principal representante diplomático de su administración.

Con respecto a Rusia, Pompeo no ha podido probar que los rusos interfirieron en las elecciones presidenciales de 2016 y por ende optó en febrero reunirse con funcionarios del Kremlin en una aproximación de inteligencia y contraterrorismo (¿discutirían sobre Siria?) criticada por unos, alabada por otros.

La guerra comercial en curso por parte de Trump contra China no tiene en Pompeo un representante diplomático muy claro, sin embargo analistas norteamericanos coinciden en que, a diferencia de Tillerson, el ex de la CIA está de acuerdo con la confrontación comercial a nivel internacional.

Si bien lo que se decide puertas adentro de la CIA, con su manojo de intereses corporativos y guerreristas, tendrá mayor relieve en la política exterior de Trump, no se nota una línea que aglutine todas las políticas de EEUU con relación a los países mencionados. Más bien parece haber contradicciones y tratos bilaterales de acuerdo a los contextos globales y locales.

Una de las pocas certezas que evoca este cambio de funcionarios es que Trump cuenta con Pompeo como funcionario importante para aglutinar lo más posible los agentes de peso que representan un cambio a lo interno de la gobernaza estadounidense. El magnate presidente llevó a Pompeo a la CIA para reorganizarla a su favor, ahora lo trae a la jefatura diplomática luego de meses de confianza y asesoría influyente.

Por su parte, Gina Haspel continuaría con la labor que venía haciendo su anterior jefe, tomando en cuenta que ella cuenta con la venia del nuevo Secretario de Estado y Donald Trump. Parece que no tiene fin este ciclo de tiempos interesantes, así como peligrosos. Sobre todo con la CIA al frente y de manera descubierta en la política exterior estadounidense.

Gina Haspel se convierte en la primera mujer en dirigir la CIA, Mike Pompeo será el nuevo Secretario de Estado

Cubadebate.- Gina Hospel se convierte en la primera mujer en dirigir la Agencia Central de Inteligencia (CIA) después de que el mandatario norteamericano, Donald Trump, la designase para ese puesto en reemplazo de Mike Pompeo.

“Gina Haspel será la nueva directora de la CIA, y la primera mujer escogida para ello”, afirmó Trump en su cuenta de Twitter, tras anunciar que el secretario de Estado, Rex Tillerson, dejará el cargo y será sustituido por Pompeo.

A pesar del momento y el modo en que fue anunciada, la salida de Tillerson no resulta sorprendente puesto que hace meses que se especulaba con la posible renuncia del hasta hoy máximo responsable de la cartera de Exteriores, con quien Trump ha tenido numerosos desacuerdos a lo largo de los últimos meses.

De hecho, minutos después de publicar su mensaje en las redes sociales, Trump explicó brevemente su decisión ante un grupo de periodistas que se encontraban en la Casa Blanca, a quienes reconoció sus desencuentros con Tillerson y recalcó que con Pompeo comparte una ‘forma de pensar similar’.

De esta manera, tras el cambio de fichas en un Gabinete, que según dijo el presidente, está ‘cada vez más cerca’ de ser el que él quiere, Haspel, que hasta hoy ocupaba el cargo de subdirectora de la Agencia, se convertirá en la primera mujer en dirigir la CIA en sus 70 años de historia.

‘Estoy agradecida al presidente Trump por la oportunidad y humilde por la confianza que ha depositado en mí al ser nombrada la próxima directora de la Agencia Central de Inteligencia’, señaló Haspel en un comunicado divulgado por la Casa Blanca.

Haspel, cuyo nombramiento aún deberá ser confirmado por el Congreso, añadió que, como directora de la CIA, espera ‘poder brindar al presidente el excelente apoyo de inteligencia al que se ha acostumbrado durante su primer año de mandato’.

Por su parte, Pompeo, uno de los miembros más antiguos del actual Gabinete, ha querido agradecer a Trump la oportunidad que le dio de dirigir la CIA y destacó que a lo largo del año que ha estado al frente de la Agencia ha tenido la oportunidad de trabajar con ‘muchos destacados funcionarios y directivos de la cartera de Exteriores’.

‘De ser confirmado, estoy deseoso de guiar el cuerpo diplomático más excelso del mundo a la hora de formular y ejecutar la política exterior del presidente’, apuntó Pompeo en el comunicado divulgado por la Casa Blanca

(Con información de EFE)

Pompeo, un ultraconservador al frente de la política exterior

Mike Pompeo, designado hoy como nuevo secretario de Estado por el presidente estadounidense, Donald Trump, liderará las relaciones internacionales del país con la mirada ultraconservadora que le caracteriza y una forma de pensar “similar” al mandatario.

“Con Mike Pompeo tenemos una forma de pensar similar. Tiene una tremenda energía, un tremendo intelecto; siempre estamos en la misma onda”, dijo hoy Trump minutos después de anunciar por Twitter el cese de Tillerson y la consecuente llegada de Pompeo.

Durante sus catorce meses como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Pompeo fue criticado, especialmente por la oposición demócrata, por dejar que su lealtad a la Casa Blanca interfiera con su labor como líder de la agencia de inteligencia más importante del mundo.

Esta afinidad con el presidente ha hecho que Trump se decantara por él para sustituir al hasta hoy secretario de Estado, Rex Tillerson, con quién existieron desavenencias en diferentes situaciones primordiales para EE.UU., como el acuerdo nuclear con Irán o las relaciones con Catar, entre otras.

Por su parte, y tras hacerse pública su nominación, Pompeo resaltó que el liderazgo de Trump “ha hecho que Estados Unidos esté más seguro” ahora que en los años previos a su llegada al Despacho Oval.

Tal es la simpatía entre ambos que, en medio de la polémica sobre la injerencia rusa en las pasadas elecciones, Pompeo se llegó a reunir a petición de Trump con un antiguo funcionario de inteligencia, William Binney, que defiende una teoría conspirativa sobre el papel del Partido Demócrata en la presunta interferencia de Moscú.

Además, el hasta ahora director de la CIA ha reiterado en varias ocasiones que el Kremlin volverá a intentar adulterar futuras elecciones, al igual que, según su opinión, hicieron en las presidenciales de 2016.

“Estoy profundamente agradecido al presidente Trump por permitirme servir como director de la CIA y por esta oportunidad de ejercer como secretario de Estado”, indicó Pompeo en un comunicado enviado por la Casa Blanca.

Antes de dirigir a la agencia de inteligencia, Pompeo, de 54 años, ganó relevancia nacional como férreo crítico del islamismo radical y del papel de Hillary Clinton en relación al atentado en el consulado estadounidense de Bengasi (Libia) en 2012, dos aspectos que Trump comparte ampliamente.

Formado en la Academia Militar de West Point y graduado en Derecho por la Universidad de Harvard, el futuro secretario de Estado llegó a la Cámara de Representantes en 2011 como legislador por Kansas, como parte de la ola del movimiento ultraconservador del Tea Party.

Entre 1986 y 1991, sirvió con las Fuerzas Armadas estadounidenses y estuvo destinado en Europa “patrullando el Telón de Acero antes de la Caída del Muro de Berlín”, según su página web en el Congreso.

En caso de confirmarse su rol como titular de una de las carteras más importantes del Gobierno, Pompeo llevará consigo una línea “muy dura” para liderar el Departamento de Estado, según analistas.

Entre otras cuestiones, ha apoyado la decisión de Trump de mantener abierta la prisión estadounidense de Guantánamo (Cuba), inaugurada por George W. Bush (2001-2009) tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos.

Asimismo, considera que Irán y el terrorismo yihadista son las principales amenazas de la seguridad nacional del país, posiciones alineadas totalmente con las del presidente.

Estas inclinaciones sugiere n claramente que la visión de las relaciones internacionales de Pompeo se acerca más a los ideales de Trump que a la manera de hacer de Tillerson, lo que sin duda tendrá implicaciones de largo alcance para la política exterior de Estados Unidos.

(Con información de EFE)

Debilidades del Comando Sur se exponen ante el Senado de EEUU

Rubén Castillo – Misión Verdad

El pasado 15 de febrero, el Almirante de la Armada de los Estados Unidos, actual jefe del Comando Sur, Kurt W. Tidd, presentó un informe ante la 115ª reunión del Comité de Servicios Armados del Senado. Allí fijó postura ante la pérdida de influencia de los EEUU sobre América Latina y el Caribe por el posicionamiento de competidores directos en la región, reflejando la falta de ideas (y de presupuesto) y enunció líneas de lo que tiene el Comando Sur para hacer frente a esta pérdida de control político y militar en la región.

¿Cuál es la situación actual del Comando Sur y el Pentágono?

Uno de los pilares sobre los que se sustentan las políticas estadounidenses en el mundo es su poderío militar y su posicionamiento estratégico, bien sea a través de tareas colaborativas entre sus fuerzas armadas y la de países aliados, «ayudas humanitarias» a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), bases militares o centros de capacitación militar conjunta, como por ejemplo la famosa Escuela de las Américas.

En lo que respecta a Latinoamérica, el Pentágono llama «defensa preventiva» a un enfoque militar y geoestratégico dirigido no sólo a proteger la seguridad nacional de EEUU de «amenazas» como el «terrorismo» y «las redes de crimen transnacional», también se plantea como un actor primordial en la configuración del destino militar y político de la región.

Este objetivo según las palabras de Tidd se encuentra amenazado en la región y el mundo debido al ascenso de China, Rusia e Irán en el terreno militar, económico e ideológico.

En ese contexto los altos mandos militares estadounidenses se encuentran desconcertados con la aparición de estos actores geopolíticos emergentes que modifican a su favor las condiciones del tablero, de una forma tal que inutilizan cualquier acción a seguir según los manuales castrenses que los han formado.

Entre las estrategias que desarticulan parcialmente el poderío económico estadounidense como forma de coerción, se encuentran las inversiones comprometidas de China a futuro en América Latina, valuadas en casi 750 mil millones de dólares.

A esto se le puede sumar el abastecimiento militar que los países atacados por Washington en la región reciben de parte de Rusia, un factor que presagia un debilitamiento militar inminente del poderío estadounidense en América Latina. En el caso de Venezuela, el rango de estas alianzas se refleja en la estrategia de negación casi absoluta de su espacio aéreo gracias a la alianza estratégica con Moscú.

El informe de Tidd y el caso Venezuela

El informe presentado por el jefe del Comando Sur remarca a los senadores que el retroceso en la región del poderío estadounidense es continuo. Tidd sostiene que la falta de recursos junto a la inserción de China y Rusia como competidores estratégicos los tiene con «las manos atadas» para afrontar los desafíos que la región les demanda.

El poderío militar de EEUU parece dirigirse hacia una largo ocaso de sus tiempos de gloria

Desde esta perspectiva Venezuela se les hace cuesta arriba porque con una escasa disponibilidad de financiamiento, la atomización de sus aliados internos, y la política de defensa integral asumida por la FANB en los últimos diez años, se observa difícil la recuperación de este espacio en un futuro próximo por parte de Washington.

De igual forma una intervención militar se encuentra fuera de todo contexto, más allá de que Tidd integre el ala ultra radical del espectro político estadounidense que ve como una gran solución una incursión de este tipo en territorio venezolano. De momento y como se expresa en el informe presentado por Tidd, el Pentágono seguirá apegado al manual de asedio que desde 2015 se ha venido aplicado a partir del Decreto Obama que tipifica a Venezuela como «una amenaza»: el marco jurisdiccional bajo el cual han escalado las sanciones contra altos funcionarios del directorio cívico-militar del Gobierno venezolano y las agresiones de carácter económico, como la agudización del bloqueo financiero.

Todo apunta a que su único plan concreto sigue siendo la promoción por parte de la comunidad internacional de una «ayuda humanitaria» a gran escala, en la que oficinas como la USAID asumen la mayoría de los costos de financiamiento, lo que sería manejable en caso de ser asumidos en conjunto con los aliados de EEUU en la región. Sin embargo, el propio Tidd sigue dejando abierta la duda sobre la forma de llevar a cabo este objetivo, un claro sinónimo de debilidad.

Revelaciones de fondo y profundas debilidades

La situación actual del Comando Sur develada en su informe ante el Senado, demuestra la falta de integración del poder ejecutivo con respecto a Venezuela, principalmente del Departamento de Estado, a cargo de ejecutar las líneas de la Casa Blanca en lo político, y del Departamento del Tesoro, abocado a las presiones financieras. La inexistente coordinación entre estos departamentos, las diversas agencias enfocadas en política exterior y el Pentágono, a criterio de Tidd, crea condiciones para que competidores directos y países contrarios a sus intereses debiliten su hegemonía en la región.

En conclusión, el informe hace ver cómo la exigencia de mayor presupuesto a la Administración Trump revela el estado actual del Comando Sur y de las preocupaciones de los altos mandos militares estadounidenses por la pérdida de influencia y la poca capacidad de consagrar un cambio de régimen en Venezuela.

Ejemplo de ello es el informe presentado ante el Senado por parte del Comandante en Jefe del Mando Central de los EEUU, general Joseph Votel, a finales de febrero del año en curso. Escrito en el que se reitera, nuevamente, los problemas estructurales de los mandos castrenses estadounidenses y la falta de ideas para afrontar los nuevos retos geoestratégicos y geopolíticos, y la divergencia entre el interés financiero y político puertas adentro, que afecta sensiblemente el financiamiento del área de seguridad de la potencia del norte.

Por más que Hollywood luche por mantener su imagen irrebatible, el poderío militar de EEUU parece dirigirse hacia una largo ocaso de sus tiempos de gloria.

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