Jugar a la guerra, ¿un pasatiempo?

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Por Katherinne Díaz Pérez

Razones de Cuba

A propósito de las acciones desestabilizadoras de Estados Unidos contra nuestro país, Razones de Cuba continúa compartiendo con sus lectores artículos publicados con anterioridad en este y otros medios, pero que evidencian los reiterados intentos de ese gobierno por subvertir el orden interno en la Isla, fundamentalmente a través de acciones que responden al concepto de Guerra no Convencional.

Navegando en la Red de redes, nos topamos una información sui generis. Se trata de un juego en miniatura que evidencia operaciones de Guerra No Convencional (GNC) en la Cuba de 1990, donde participan fuerzas del Gobierno y un supuesto Ejército de Liberación cubano con su Grupo de GNC (denominado Compañía C) en una maniobra que tiene, entre sus pretendidas dinámicas, bloquear las rutas de acceso rápidas de este a oeste a través de las montañas del Escambray.1

Casualmente, uno de los métodos de análisis del curso de acción de una GNC, en su etapa de planificación, es el denominado “juego de guerra”, según la publicación de técnicas con carácter doctrinal ATP 3-05.1 sobre GNC del Ejército de EE.UU.

Este tipo de entretenimiento bélico, como dijimos en un anterior artículo, es una simulación de una campaña militar que lleva a cabo EE.UU. contra dos o más fuerzas opositoras, donde existen leyes, datos y procedimientos como si estuvieran en una situación de la “vida real”. A su vez, es “una acción consciente para visualizar la fluidez de un plan dentro de un ambiente operacional, utilizando fuerzas conjuntas e integrando de forma simultánea otros elementos de poder apropiados contra un adversario realista, inteligente y de gran capacidad de adaptación”.2

La publicación del Ejército estadounidense valora de forma positiva dicha representación, puesto que “ayudan a los estrategas de la fuerza conjunta a identificar los puntos débiles y fuertes, los riesgos asociados, y el déficit de medios en las fuerzas propias para cada curso de acción”.3

Al respecto, el documento doctrinal añade que también es útil para poner a prueba las fuerzas propias contra “los cursos de acción seleccionados de las fuerzas adversarias, con una metodología de antirreacción y contrarreacción”.4 Y es que está claro: las campañas pueden tomar diferentes caminos en su desarrollo.

Por tal motivo, la ATP sostiene que “aunque la doctrina conjunta refiere que la visualización del flujo de una operación militar es el elemento clave de un juego de guerra, el jefe y su Estado Mayor tienen que considerar la aplicación de todos los elementos de poder nacional (diplomático, militar y económico)”,5 en coherencia a cómo está concebido la aplicación de métodos no tradicionales. Asimismo, la teoría especifica que los jefes militares pueden coordinar con actores políticos, económicos, mediáticos, para que influyan en la aplicación de las otras herramientas que posee Washington en la aplicación de su política exterior.

Debido a esta participación multifactorial, el texto militar recoge que “los cursos de acción se tienen que evaluar a través de los ojos de otros actores, según sus perspectivas políticas y culturales para determinar si las acciones propuestas cambiarán las conductas de la manera planeada por las fuerzas propias –un elemento clave para lograr los efectos deseados y no, los no deseados”.6

Pero eso no es todo. El epígrafe de planificación de la GNC llega a ser tan detallado en la explicación de este método analítico que describe los componentes manuales y computarizados del juego (uno y otro elemento buscarán objetivos específicos); y las maneras en que los jefes militares pueden visualizarlo: por ejemplo, si colocan las sietes fases de GNC teóricamente construidas o si solo reflejan una secuencia de eventos fundamentales.

Adicionalmente, los planificadores incluyen una especie de tutorial para ejecutar el juego; los métodos para su realización y hasta la factibilidad de grabarlo de diferentes formas para posteriormente interpretar los resultados.

Sin embargo, después de tantas especificaciones la ATP deja algo muy claro: “Si un curso de acción es inadecuado, no factible o inaceptable, debe descartarse o modificarse”.7 De esta forma, se reafirma la sentencia aparecida en la Estrategia de Seguridad Nacional 2015 de que EE.UU. ganará sus guerras.

Por todo lo descrito anteriormente, es imposible que aquel juego de miniatura en un contexto cubano no llame la atención. La forma en que se describe este entretenimiento analítico resulta bastante casuística. Con ello no estamos afirmando que se trate del método de análisis recogido en la publicación del Ejército estadounidense, pero bien que sus características servirían para esos fines. Desmontar, entonces, sus peculiaridades se ha vuelto un incentivo para responder si el juego de guerra en Cuba es solo un pasatiempo.

Referencias:

1 Ver en The Miniatures Page http://theminiaturespage.com/boards/msg.mv?id=390320

2 Ver Unconventional Warfare, ATP 3-05.1, Department of the Army, de septiembre de 2013, pp. 1-3. Traducción institucional. Ver http://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/atp_3-05.1_gnc_esp.pdf

3, 4, 5, 6, 7 Ídem.

Cuba Defensa

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