Por Miguel Angel García Alzugaray
Razones de Cuba
Una de cada cuatro personas presas en el planeta cumple condena en la supuesta “mayor democracia del mundo”. Estados Unidos tiene el 5% de la población mundial, y pone tras las rejas al 25% de los presos en el planeta.
La población reclusa en EE.UU. es más de 2 millones 300 mil. Según las fuentes consultadas, otros 5 millones se encuentran en libertad condicional, en probatoria o en algún otro tipo de libertad restringida.
El peso mayor de este crecimiento inusitado cayó sobre los pobres y las minorías, principalmente en la población negra. Delos más de dos millones de reclusos, el 39% son negros, una tasa incluso superior a la de los años de la segregación racial.
Creo que estas cifras nos ayudan a hacernos una idea de lo que suponen para el pueblo estadounidense las políticas represivas racistas y clasistas, pues demuestran con claridad la falsedad del llamado “Sueño Americano”.
Utilizando datos del censo del 2010, el Prison Policy Initiative resalta que la tasa de encarcelación de la población negra es cinco veces más alta que la de la población blanca. A su vez, la de la población hispana es dos veces más alta que la de la población blanca.
De los horrores en las cárceles de los Estados Unidos se pueden escribir muchos artículos, pero hoy deseo detenerme en un aspecto muy preocupante que vulnera todas las normas y convenciones de los derechos humanos: el trabajo esclavo.
Es un fenómeno que se ha denunciado en reiteradas ocasiones, mas lejos de disminuir, aumenta.
Las prisiones y los negocios de la explotación
Las compañías privadas de las prisiones obtienen beneficios de la encarcelación en masa, aunque no son las únicas, escribe el portal Alternet, y menciona nueve industrias que reciben ganancias de los encarcelamientos en masa y de las sentencias largas.
Empresas de alimentos, de telecomunicaciones y de salud sacan un provecho significativo gracias a la colaboración con las prisiones. Así, una empresa de telecomunicaciones que opera como un monopolio en muchas prisiones es Global Tel* Link (GTL) habría estado obteniendo 500 millones de dólares anuales de beneficio gracias a sus contratos exclusivos con una larga lista de prisiones, recuerda Alternet.
Según el portal, los prisioneros de EE.UU. también trabajan para centros de llamadas, fabricantes textiles, empresas de tecnología, agentes de fianzas, así como compañías de procesamiento de alimentos y de envasado. En la lista, también figuran compañías como Victoria’s Secret y Exmark. subcontratista de Microsoft.
Los magnates que han invertido en la industria de las prisiones no tienen que preocuparse por las huelgas o por pagar el seguro de desempleo o vacaciones. Todos sus empleados trabajan a tiempo completo, nunca llegan tarde o se ausentan por problemas familiares. Por otra parte, si no les satisface la paga de 25 centavos la hora y se niegan a trabajar, son entonces encerrados en las celdas de aislamiento, escribe Global Research.
“La contratación privada de prisioneros para el trabajo fomenta incentivos para encarcelar a la gente. Las prisiones dependen de este ingreso y los accionistas corporativos que se lucran del trabajo de los prisioneros hacen lobby a favor de las sentencias más largas a fin de ampliar su fuerza laboral. El sistema se alimenta a sí mismo”, reza el estudio del Partido Laborista Progresista, que condena la industria de las prisiones por ser “una imitación de la Alemania nazi respecto a los campos de concentración y el trabajo forzado de esclavos”.
En este momento hay 100 prisiones privadas distribuidas en todo el territorio estadounidense. Centro del capitalismo mundial, sabe muy bien cómo usufructuar y extender la plusvalía a su máximo nivel. Forman parte de la cotidianidad: trabajadores con bajos sueldos, profesionales que trabajan sin beneficios y personas indocumentadas sometidas a todo tipo de explotaciones.
Con el cambio de leyes en los 80, se recrudeció el castigo y reclusión por uso y venta de drogas, por lo que el número de prisioneros arrestados se incrementó en un 11%. La consecuencia fue que las prisiones federales vieron colmadas su capacidad, y pareció la excusa perfecta para el surgimiento de apertura de cárceles privadas.
Durante los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush se inició la apertura de estas cárceles; y con Bill Clinton se afianzó el negocio.
Las dos Corporaciones que se destacan en este grupo son: Corporations of América (posee 66 cárceles, con 91.000 prisioneros, ganancias anuales 1 700 millones) y Geo (65 prisiones, 65.700 detenidos y 1 600 millones de ganancia). Ambos grupos aumentaron sus ganancias en un 46% entre 2007 y 2014.
Como cualquier otro negocio, estas corporaciones necesitan “clientes” para poblar las cárceles. El 50% provienen de los consumidores y vendedores de estupefacientes y otro gran porcentaje lo aportan los inmigrantes indocumentados -400.000 son detenidos por año-. El Congreso formuló una cuota que requiere que el Departamento de Seguridad Interna, asegure 34.000 personas al día en centros de detenciones por violaciones migratorias.
Además de personas que ocupen las cárceles, necesitan políticos que aprueben leyes para promover todos estos encarcelamientos. Como retribución, dichos políticos, reciben alrededor de 10 millones de dólares. Por otra parte, los estados se comprometen a que las cárceles privadas tengan entre 95 y100% de ocupación, si esto no se cumple, el estado tiene que pagar.
Pero en los últimos años otras grandes corporaciones se han incorporado al mercado penitenciario; como IBM, Motorola, Microsoft, Telecom, Target, Pierre Cardín, Macys. Entre 1980 y 1994 las ganancias de estas empresas se incrementaron de $392 millones a 1310 millones de dólares.
Pero no solamente los reclusos son obligados a trabajar en el interior de las prisiones, sino que algunas empresas o individuos los utilizan para otras tareas fuera de las cárceles. Por ejemplo, la compañía petrolera inglesa BP, tristemente célebre por el desastre ambiental que provocó en 2011, cuando se produjo, la explosión en el Golfo de México-contrató a presos del estado de Louisiana para tareas de limpieza. Este estado tiene la tasa de encarcelamiento más alta de la nación, y el 70% son afroamericanos.
Las corporaciones han descubierto cuan ventajoso es contratar reclusos, no solo por los bajísimo salarios, sino porque se evitan problemas con los sindicatos. En Wisconsin, los reclusos ocupan puestos de trabajo, que anteriormente realizaban trabajadores que estaban sindicalizados.
Quizás muchas empresas privadas ya no necesiten ir a países del tercer mundo a establecer sus industrias y contratar empleados a bajo costo, si en este país tienen millones de presidiarios que ganan centavos. Según un informe de la revista Perpective, en 1990 Escod Industrias, prefirió Carolina del Sur en vez de México, porque los trabajadores exigían más dinero.
Lucrar y lucrar
Sin cambio de leyes que criminalizan la inmigración, y penalizan a pobres, afroamericanos y latinos, estos negocios para las grandes corporaciones seguirán creciendo en detrimento de la justicia social y la libertad.
Así, el volumen de las mercancías y los servicios vendidos en 2014 por TCI alcanzó los 89 millones de dólares, de acuerdo con los datos oficiales. La compañía texana tiene más de 10.000 cabezas de ganado, alrededor de 100.000 cerdos, granjas avícolas y más de 25 tipos de cultivos. Y eso solo en el sector agroindustrial.
¿Cuál es la fórmula de su éxito? El uso de mano de obra no remunerada, opina Alexandr Shpunt, autor de un artículo para la agencia Regnum, que calificó este esquema financiero como “la nueva esclavitud”.
Agricultores, electricistas, cocineros, basureros: “en cualquier área donde haga falta mano de obra humana, imposible de sustituir por una máquina, estará el consorcio TCI”.
Todo porque la empresa utiliza “esclavos: los reclusos actuales de las cárceles de Estados Unidos”.
Formalmente, el trabajo de los prisioneros del TCI es voluntario. Pero surge la pregunta: ¿por qué los “voluntarios” llevan 45 años luchando contra su “derecho”?
Según Shpunt, “miles de episodios documentados registraron cómo la administración de la prisión hace a los reclusos trabajar en las plantaciones amenazándolos con endurecer el régimen carcelario”.
La raíz del problema empieza en la moral estadounidense, considera el autor. En EE.UU. el sistema penitenciario no apuesta por reinsertar a los prisioneros en la sociedad, sino por separarlos de ella, explica.
“De verdad, se trata de una mina de oro para el consorcio Texas Correctional Industries”, concluye Shpunt.