Las curas del doctor Chávez

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No hay mejor imagen para identificar el módulo de obstetricia.

MÉRIDA, Venezuela.–Con apenas 21 años y pocos días después del nacimiento de su tercer hijo, Karibay Mora comenta al periodista cubano el enorme susto que pasó y señala una nube de batas blancas posada sobre su cama: «Han sido lo mejor, cada uno de ellos. Me han tratado como a una princesa. ¡Mire cómo me tienen!», refiere, rodeada de sus médicos, la muchacha que promete mirar siempre a su hospital con ojos agradecidos.

Los especialistas hablan de preeclampsia, crisis hipertensiva, histerectomía y de una enorme descompensación que la llevó a cuidados intensivos, pero la muchacha solo entiende que, con ayuda de todos ellos, Dios le dio otra oportunidad para vivir con su familia.

En el nuevo hospital general Hugo Chávez Frías, de El Vigía, capital del municipio meridense Alberto Adriani, Karibay se ha convertido en el símbolo de cuánto puede lograr la integración de Cuba y Venezuela. Mientras sus allegados temían lo peor, especialistas de los dos países le preservaron el milagro de la vida. La idea es, ni más ni menos, que no muera allí ninguna Karibay.

DIRECTOR, YO QUIERO HABLARLE

El hospital general Hugo Chávez Frías fue inaugurado por el presidente Nicolás Maduro el 27 de abril de este año. Tanto como su estampa moderna, impresionan las estadísticas en apenas un mes de cierre.

Orgullosísimo, el joven doctor Manuel Maldonado, director adjunto venezolano de la institución –junto al cubano Félix Silegas Martí–, presenta el equipo de dirección, formado por especialistas de los dos países.

«El criterio es tan innovador –afirma Maldonado– que la institución dispone de tres administraciones. En lo interno, Barrio Adentro, como principal ente, Seguro Social y el Ministerio del Poder Popular para la Salud, y en lo externo contamos con la colaboración de la alcaldía del municipio Alberto Adriani y del protectorado de Mérida, a cargo de Jehyson Guzmán».

El hospital atiende una población estable superior a las 900 000 personas, más los pacientes que arriban desde zonas distantes. Allí se consultan y operan, por ejemplo, ciudadanos colombianos. En su primera fase, los dos módulos activos ofrecen al pueblo 120 camas de ingreso.

Maldonado destaca la apertura del servicio de atención social al usuario para ubicar las necesidades de salud.

«Cambiamos el paradigma de que gerentes y direcciones de los hospitales no pueden ser alcanzados por la población. Escuchamos todas las opiniones, favorables y desfavorables,  para construir el hospital que queremos», sostiene.

La estructura actual consiste en dos módulos: uno de ginecología y obstetricia y otro de pediatría y medicina de adultos. La consulta externa radicará en el tercer y cuarto módulos que se construyen y deben estar terminados en tres o cuatro meses. El presidente Maduro aprobó los recursos.

Los nuevos módulos tendrán más quirófanos y el departamento complementario de estudios imagenológicos con resonador y tomógrafo, así como unidades de diálisis, resonancia magnética y anatomía patológica.

Toda la tecnología, con más de 240 equipos, es de punta.

Actualmente laboran allí 522 venezolanos, pero esa cifra crecerá hasta los 725 que contempla la primera etapa. Eso incluye a especialistas formados en Cuba. Nuestra Misión Médica asesora con clínicos, ginecobstetras, cirujanos e intensivistas. Y también con responsables.

¿CÓMO SE PAGA EL AMOR?

Con un largo trecho hospitalario en su expediente, el ginecobstetra espirituano Félix Silegas Martí afirma que ser seleccionado para trabajar en esta institución es un gran estímulo. «De entrada, el Ministro de Salud venezolano nos dio la tarea de convertirla en Referencia Nacional», acota.

Silegas se detiene en la cooperación: «En el sistema se ha integrado el trabajo de los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y de Barrio Adentro, y todo funciona. Con esos 522 venezolanos están 93 cubanos. La plantilla cubana debe llegar a 145 colaboradores; casi todos los días se incorporan nuevos cooperantes».

El hospital honra la estampa de su nombre: de los 7 179 casos vistos en un mes de trabajo, solo fueron remitidos a Mérida 58. En ese propio tiempo parieron allí 548 venezolanas, por lo cual se proyecta entre 4 500 y 5 000 alumbramientos al año.

Ese mes cerrado en las estadísticas recoge 1 249 operaciones quirúrgicas en los cinco quirófanos disponibles, lo que redunda en un promedio de 11,2 pacientes por quirófano al día, mientras el estimado nacional es de 2,2. «Operamos de 90 a 95 casos al día y ayudamos a saldar una deuda quirúrgica de años, tanto en el municipio como en áreas distantes», refiere Silegas.

Pese a sus pasillos lustrosos, sus surrealistas paredes exteriores de cristales que llenan de sol las salas y sus aparatos de otro mundo, el hospital de El Vigía está al alcance de todos los venezolanos. «Muchos –cuenta el codirector cubano– preguntan cómo pagan y les decimos que no, que la Revolución Bolivariana lo construyó para atenderlos. Lo aprecian, porque algunos, sin estos servicios, estaban condenados a morir».

MAMÁ, PAPÁ Y CUBA

El doctor venezolano Alexander Hernández, coordinador del servicio de obstetricia y quirófano, considera que el primer signo de integración es que venezolanos y cubanos van al mismo objetivo de resolver los problemas de tercer nivel de atención de salud. Y vuelve al caso de Karibay: «Afortunadamente, contamos con equipos multidisciplinarios de especialistas y con los intensivistas cubanos que dieron todo su conocimiento, sin restricciones. Es el modelo de cooperación: manejamos criterios, llegamos a conclusiones comunes y aplicamos la solución, sin distinción de ciudadanía ni ideales políticos. Solo importa el paciente».

Hernández ve metas más altas: a su juicio, el hospital puede convertirse en Referencia Internacional, «…no tanto por adelantos técnicos o innovaciones científicas, sino por el calor y la calidad de los especialistas».

Mientras los médicos buscan el bello sueño de salvar al mundo, un joven permanece callado en el pasillo. Es Iván Molina, el esposo de Karibay. Responde al reportero cubano: «Estoy muy agradecido con ustedes. Mi mujer estaba crítica, la dábamos por perdida, pero gracias a los doctores ella salvó su vida. Mil gracias a todos».

Molina me cuenta que Yoandry Liz Naomi, la pequeña, está bien. «Cuando crezca –afirma–, hay que contarle la historia de lo que pasó su mamá y de cómo fue salvada. Cualquiera no le hubiera dado la salvación que ustedes le dieron. Mi niña va a tener que salir hablando cubano».

 

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