Misión Verdad
El vicepresidente zarpó por tercera vez en menos de un año a una nueva gira promocional por América Latina. El tema, la orquesta y los acompañantes, suenan como una repetición, desgastada y aburrida, de la misma cartilla cantada a Venezuela.
Hace ya casi un año de su primer Latin American Tour que lo hizo aterrizar en Cartagena, Colombia, para más tarde realizar el acto inédito de un virrey imperial pisando un Estado fallido latinoamericano por primera vez en la historia contemporánea.
En la frontera, con miles de niños inmigrantes enjaulados y separados de sus padres en centros de deportación, un eufemismo para camuflar lo que es una vulgar cárcel, cruza el Mar Caribe para visitar, «atender» y tocar a los «refugiados venezolanos». Gesto de amabilidad y caridad que, vale destacar, no ha hecho en el propio país donde es gobernante.
Hasta dejó un fondo de 10 millones de dólares en «ayuda humanitaria», un monto con el que no alimentarían ni a la cuarta parte de una inmigración que es inflada permanentemente en su medición. Hay que recordar ese monto, ya que la última vez que aquí se habló de «ayuda humanitaria» y millones de dólares cayendo desde el extranjero, todo concluyó en un conflicto tal a lo interno de la oposición que terminó descabezado Luis Florido.
Resalta enormemente que el «campo de refugiados» que exhibe Pence como prueba tácita y evidente de que más de la mitad de Venezuela está pidiendo sopa en Manaos, Brasil, es en realidad una pequeña casa religiosa con algunos niños dibujando. Las salas de redacción de los medios de comunicación globales, sus directivos, accionistas y consumidores en el extranjero, pedían mucho más, una imagen más «africana» para la portada millonaria del día siguiente.