La reserva «secreta» de los doctores

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Aunque sabe que los pacientes de su team no hablan ni pueden reconocer, Pastor Vasallo Palomo se cuenta entre los más de 21 000 colaboradores cubanos de la salud que conquistan, día a día, el agradecimiento de la mayoría de los venezolanos.

Ni él, ni los 381 especialistas en electromedicina que dirige consultan directamente a nuestros hermanos, pero en cambio, garantizan que más de 52 800 equipos –350 de ellos de alta tecnología– estén operativos en apoyo de los doctores.

«Mi gente es incansable, no tiene horas ni días vedados para trabajar. Contamos con ingenieros biomédicos –una especialidad netamente clínica, orientada a atender equipamiento de salud– y con licenciados en Electromedicina formados en las universidades de la Salud, para elevar la capacidad de personal técnico que ya laboraba en nuestros talleres», explica el jefe del grupo de esa especialidad en la Misión Médica.

Un personal entrenado en fábricas, en las líneas de alta tecnología, de laboratorio y de imagen, conforma esta fuerza que vive entre los límites de la tecnología y el amor. El grupo dispone además de electromédicos integrales, y todo ese capital humano, responsable de instalar, mantener y reparar el soporte sanitario en los 572 Centros de Diagnóstico Integral (CDI), 586 Salas de Rehabilitación Integral (SRI), 35 Centros de Alta Tecnología (CAT) y 18 centros oftalmológicos atendidos por la colaboración cubana en Venezuela, se moviliza de acuerdo con las necesidades.

No les va mal frente al desafío: la disponibilidad técnica de ese universo de aparatos es de 98,78 %, pese a que la gestión de Cuba en Venezuela no puede escapar de ese arrogante que todos conocemos: el bloqueo impuesto por Estados Unidos a la Isla.

«Ha dañado mucho nuestra actividad, fundamentalmente en la marca Phillips. En un momento, un grupo de monitores que teníamos instalado quedó obsoleto en su totalidad porque nunca entraron las piezas que necesitábamos para esa tecnología. Ahora mismo, los equipos más afectados son igualmente de esta firma, al no poder adquirir elementos en el mercado, en virtud del bloqueo a Cuba», refiere Pastor.

Los retos nutren las revoluciones, de modo que la respuesta de Cuba ha sido perfeccionar su sistema periódico de conciliación para adquirir con sus proveedores, junto con la suya propia –como hacen los hermanos verdaderos–, la dotación de piezas de repuesto requeridas por el parque tecnológico que nuestros médicos emplean en tierra de Chávez. Como la solidaridad es una ruta de dos sendas, Cuba ha hecho una inversión de  un millón 500 000 dólares para estos recursos dirigidos a Venezuela.

«PADRINOS» DE APARATOS
Una mañana en el Centro de Salud Integral (CSI) María Genoveva Guerrero Ramos, de la parroquia de Montalbán, en la ciudad de Caracas, permitió «ponerles» caras a dos de estos jóvenes especialistas de la tecnología que se entrenaron en fábricas de terceros países para venir por dos años a Venezuela, como colaboradores. Su labor: instalar, dar mantenimiento y «curar» cualquier percance de los nuevos aparatos.

La ingeniera biomédica Maidelis de la Caridad Sáez Jenkins, por ejemplo, llegó con la tarea de presentar en el csi a un nuevo «compañero»: el analizador automático de química clínica Spin 200e, al que había conocido antes en España, en un curso de 15 días.

«Luego del curso, como teníamos el objetivo de instalar estos equipos aquí, vine a cumplir la misión. Desde hace seis meses he trabajado en la instalación de los 22 analizadores que nuestro país destinó para el trabajo de la Misión Médica cubana, en reposición de otros ya obsoletos por falta de piezas y de reactivos en el mercado internacional», explica Maidelis.

Ingeniera al fin y al cabo, enseguida comenta el progreso que implica la sustitución: «Este equipo hace 200 muestras por hora, tiene la ventaja de contar con sistema abierto para utilizar reactivos de cualquier otra firma que comercialice analizadores automáticos y dispone de dos discos, cada uno con 40 posiciones, tanto para reactivos como para muestras».

El nuevo analizador –muy automatizado y propicio para el trabajo del laboratorista– realiza procesos de urgencia de alta prioridad a partir de muestras como suero, orina y heces fecales y puede realizar determinaciones o técnicas referidas a la química clínica, como glicemia, creatinina, ácido úrico, albúmina, urea, colesterol, triglicéridos y glucosa.

Maidelis hace un «comercial» diferente: «Sí, es de los mejores que ha salido al mercado. ¿Su costo? Elevado, pero con ese vamos a mejorar aún más el servicio al pueblo venezolano».

Por igual senda anduvo un poco antes el licenciado en electromedicina Rafael Hernández Liriano, quien tiempo atrás fue a Panamá, a un entrenamiento, para montar y atender a lo cortico en Venezuela un analizador inmunológico Cobas E411, que es una de las niñas de sus ojos.

«A diferencia del anterior, este permite que los datos de referencia de cada uno de los reactivos de las muestras que procesa sean actualizables, así que ahora, a medida que van saliendo nuevos exámenes pedidos por los especialistas, se pueden actualizar esos parámetros», explica.

Por otro lado, el flamante equipo registra notorios avances eléctricos, mecánicos e  hidráulicos en comparación con su antecesor. Según afirma Rafael, el analizador permite hacer, sin costo para los venezolanos, el complejo perfil tiroideo y otros exámenes específicos del área de la  inmunología química.

El joven electromédico no necesita bata blanca para sentirse un sanador: «Con nuestro apoyo en ingeniería salvamos vidas, porque la calidad de los servicios de salud pasa por ahí. Nosotros somos los doctores… de los equipos médicos».
      
TECNOLOGÍA Y AMOR

Una doctora muy joven, espirituana, confirma esa confluencia de saberes en función de la solidaridad. La especialista en Medicina General Integral Yaimí Valdivia Gil, asesora docente en el csi, elogia que esta dotación técnica permita tanto el trabajo en mejores condiciones como la elevación de la calidad y los resultados.

«Diariamente se hacen en estos equipos exámenes de unos 80 pacientes, lo cual mejora nuestra atención en pos de la salud. Con ellos se eleva la confiabilidad a la hora de evaluar los resultados de los exámenes para llegar a mejores diagnósticos y tratamientos de los pacientes», argumenta.

Yaimí destaca la comunicación entre doctores, ingenieros y licenciados en torno al motivo central de su estancia en Venezuela: el pueblo bolivariano. «Trabajamos a la par, concatenamos nuestros conocimientos con el objetivo de incrementar cada día lo que hacemos aquí», afirma convencida antes de responder que ella ha visto palpable la satisfacción de los pacientes.

A sus 28 años y en la primera misión internacionalista, la doctora Yaimí resume su tarea en un deseo que se derrama en dos mapas: que todo el pueblo de Venezuela sienta el apoyo de Cuba. Ella dice que sí, que esa aspiración se ve fortalecida cada vez que un técnico cubano monta un equipo nuevo.

«Me enorgullece constatar que juntos mejoramos los servicios médicos. El amor de nuestros médicos está a la altura de los mejores aparatos. Y el amor siempre logra cosas grandes», concluye.

La ingeniera Maidelis presenta el nuevo analizador automático de química clínica.
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