Por: Antonio Rodríguez Salvador
Caramba, qué tiempos aquellos cuando en lo cultural enfrentábamos una contrarrevolución con algo de cerebro. Porque vean la paradoja, de cierta manera avergüenza sufrir un enemigo de tan pobre imaginación. Ya lo dijo Oscar Wilde: “Lo peor es un enemigo tonto. Un enemigo inteligente, si también lo somos, no deja de apreciarnos por ello”. Pero estos no. Al parecer creen que con solo emplear novedosas técnicas de la comunicación: Twitter o Facebook, sus mensajes ya son el non plus ultra de la sapiencia. Aunque estos carezcan de pensamiento y creatividad, aunque hagan bostezar a la mismísima razón de las cosas.
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