Por Yadira Nuñez Figueredo/Radio Camagüey.
Octubre, 2019.- El medio ambiente se nos ofrece como ese conjunto de elementos abióticos, bióticos y socioeconómicos, con el que interactuamos, lo transformamos y utilizamos para satisfacer nuestras necesidades más diversas.
Pero estamos siempre conscientes de nuestra responsabilidad con todos los recursos naturales que se nos brinda, los empleamos racionalmente en beneficio propio y del desarrollo sostenible de la nación, trabajamos para garantizar que las futuras generaciones disfruten de sus bondades.
El medio ambiente es patrimonio de la nación, y en ese sentido, cada política trazada y el actuar ciudadano deben tener como premisa su permanente protección, lo cual, es sinónimo de desarrollo, de bienestar, de seguridad y de vida.
Precisamente, la Ley del medio ambiente en Cuba explicita cuáles son los deberes, tanto del Estado, de los ciudadanos como de la sociedad en general para garantizar su máximo cuidado.
En ese sentido, especifica la necesidad de velar por su conservación y uso racional, luchar contra las causas que originan su deterioro, acometer las acciones de rehabilitación necesarias, incrementar el conocimiento popular sobre las interrelaciones del ser humano con la naturaleza, entre otras obligaciones.
Por su parte, la Estrategia Ambiental Nacional del período 2016-2020 especifica los principales problemas ambientales del país.
Entre ellos sobresalen, la degradación de los suelos, la contaminación, la pérdida de la diversidad biológica y deterioro de los ecosistemas, la carencia y las dificultades con el manejo, disponibilidad y calidad del agua, el deterioro de las condiciones higiénico- sanitarias en los asentamientos humanos, así como los notables efectos del cambio climático.
Es por ello que cada día cobra mayor relevancia la educación ambiental de las nuevas generaciones, enfocada al conocimiento, la formación de valores, el desarrollo de hábitos, habilidades, capacidades y actitudes que nos permitan convivir armónicamente con el medio ambiente.
Si bien constituye un derecho social vivir y disfrutar de un medio ambiente sano, al mismo tiempo constituye un deber ciudadano preservarlo como fuente inagotable de recursos indispensables para la satisfacción de nuestras necesidades básicas y el desarrollo sostenible del planeta. (Foto: Internet).