Cuba, sus médicos y el alivio de tantos pueblos.

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Por Yadira Nuñez Figueredo

Marzo, 2020.- A ritmo vertiginoso se expande por el mundo una pandemia que ha hecho tambalear a las más fuertes potencias económicas, provocando el colapso de sus sistemas de salud, y mostrando, en muchos casos, la incapacidad de no pocos gobiernos de poner al ser humano en el centro de la voluntad política que se requiere en contingencias de este tipo.

Sin embargo, unir fuerzas, potenciar más que nunca la solidaridad, dejar a un lado las diferencias entre Gobiernos, levantar sanciones y bloqueos, es el llamado a un planeta que no duerme, vive una pesadilla de la que urge despertar y para ello se requiere del compromiso de todos.

Cuba tiene de sobra la voluntad de promover más que nunca ese principio humanista que distingue a su gente en cualquier lugar donde esté. La solidaridad es una vocación que no puede ser negada a nadie, porque es un sentimiento que nace y se multiplica con el alivio de quienes con anhelo la reciben.

Entonces como puede explicarse que en tiempos en los que el personal de salud de casi todos los países libran una batalla de desgaste contra el nuevo coronavirus, el gobierno de Estados Unidos presione a otras naciones a rechazar la ayuda médica cubana, que durante medio siglo ha prestado ayuda en 164 países.

Sería prudente que el presidente norteamericano Donald Trump indagara en su país, cuántos necesitados desearían recibir la mano solidaria de un médico cubano dispuesto a exponer su propia vida con tal de salvar la de muchos otros, si tenemos en cuenta que Estados Unidos ya lidera las cifras de contagios en todo el mundo.

Hace pocos días leía un comentario en las redes sociales, de un joven cubano, por cierto, formado por la Universidad de Camagüey, en una carrera tan costosa en otro país como lo es la arquitectura.

En sus palabras señalaba que muchos países han enviado ayuda médica a otros pueblos y que no le daban tanta propaganda política como lo hacía Cuba a sus médicos, que, por supuesto, afirmaba, no lo hacían de gratis.

Como escribió un colega hace unos días, nuestros médicos no son superhéroes, eso está más que claro, pero sí son hombres y mujeres, que más allá de cumplir con su profesión, no dudan en partir hacia otras latitudes, dejando atrás sus familias, a sabiendas del riesgo al que pueden exponerse ante una enfermedad de fácil propagación.

Y no se trata de darles propaganda política, ni mucho menos, nos enorgullece reconocer en nuestros colaboradores su disposición, su valor y decisión para llevar esperanza en medio del caos, el dolor y la tristeza.

Nos mueve el sentimiento de que alguno se contagie, pero sabemos que de hacerlo, no pueden estar en mejores manos que en las de sus propios colegas.

Pero nos lastima también, que otros pueblos tan necesitados que alguna vez fueron curados por los médicos cubanos, como Bolivia y Brasil, por solo mencionar estos ejemplos, no puedan contar con la ayuda de nuestros galenos en tiempos en los que la muerte asecha y reta a la vida.

A pesar de toda presión o provocación imperial, no solo Cuba, sino también el mundo reconoce a los médicos como ese ejercito de batas blancas que parte seguro y convencido de volver para contar historias que conmueven y gratifican el alma.

Tomado de Radio Camagüey.

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