Tal como es, con su auténtica dimensión, Martí no les era funcional para su causa. Sería urgente suprimir algunos textos, dejarlos de publicar, obviarlos a tal extremo que solo fueran letra oculta o materia de estudio para expertos. Les resultaba apremiante resaltar ciertas frases que, sacadas de contexto, les serían de mucho provecho.
Buscaban un héroe descafeínado, un patriota light, pero les resultaba incómodo chocar con sus palabras, sobre todo con las últimas que le dedicara a Manuel Mercado, con su demoledora definición de monstruo, para un país que se ufanaba de ser águila. Les dolía la clarividencia de un hombre que los retrató con su pluma, pero sin él, sin convertirlo en su aliado, poco podrían hacer para doblegar a Cuba.
En vida, ni lo hubieran intentado, demasiado fiel y honrado para cambiar de bando, pero, ahora que lo creían convertido en estatuas, en bustos o carteles, lo percibían más oportuno a sus jugarretas manipuladoras. Calculaban que no ocurriría lo que en 1953, cuando una generación de jóvenes no lo dejó morir en el año de su centenario.
Una y otra vez apuestan a su tergiversación desde la radio y la televisión que nunca se ven, el de intrigas improbables con Gómez y Maceo, el de consignas y fotos en la Calle 8, el de actos ridículos cada 20 de mayo, el de citas mal traducidas en boca de presidentes imperiales, el Martí irreal sobre quien pretendieron actuar como cerdos, inspirados quizá en el oprobio de los marines borrachos.
Pero los magros intentos se vuelven cenizas, la gente prende sus antorchas y mantiene viva su luz. Hace mucho que Martí bajó de los pedestales y anda entre la multitud de su pueblo, que lo cuida, porque sigue siendo el Maestro que guía.
https://youtu.be/Uf2vtl0G_E0
https://youtu.be/fKJPCwjuM9c
Tomado de Granma.