Una visita històrico y azarosa.

Fidel Castro Ruz › Cuba › Granma - Órgano oficial del PCC

Para todos los cubanos la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a la hermana República de Chile constituyó un encuentro simbólico entre dos procesos históricos y una evidente manifestación de los sentimientos de solidaridad entre ambos pueblos.

El 8 de noviembre de 1971 el pueblo conoció la noticia a través del periódico Granma, donde se publicó una Declaración del MINREX, anunciando la llegada de Fidel el miércoles 10 a las 5:00 p.m. en vuelo directo Habana – Santiago, como muestra de la solidaridad del pueblo cubano con el pueblo chileno y su Gobierno Revolucionario. Ese día, el pueblo cubano observó a través de las imágenes transmitidas por la televisión cubana la despedida que se le tributó a Fidel en el aeropuerto internacional “José Martí.”

A partir de su arribo a Chile, en el corazón de nuestro pueblo se vivieron días de sentimientos entrelazados, por una parte nos sentíamos alegres al ponerse en práctica, una vez más, uno de los valores más arraigados de las tradiciones históricas cubanas: la solidaridad. Sin embargo, sentíamos también cierta mezcla de angustia, ansiedad y zozobra.

Para este entonces nuestra joven revolución ya había cumplido doce años de existencia, tiempo suficiente para conocer perfectamente las operaciones subversivas y terroristas de la CIA contra Cuba y en especial, los cientos de planes de magnicidio contra los principales dirigentes de la revolución, fundamentalmente contra nuestro máximo líder. Era evidente la existencia de elementos de la mafia de Miami que desde los años sesenta del pasado siglo XX, se habían diseminado y se movían o radicaban en algunos países de América Latina, como por ejemplo Bolivia, Uruguay, Argentina, Venezuela, Paraguay, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, El Salvador y en el propio Chile, siendo todos ellos asalariados de la C.I.A. y egresados de su escuelas del terror.

Fidel, por sus características personales, siempre ha tratado de vivir como un ciudadano común de nuestro pueblo. Su propio estilo de vida y de trabajo lo ha hecho buscar, y no eludir, el contacto diario con las masas, lo que ha provocado en infinidad de ocasiones encuentros espontáneos con la población, que han roto todos los esquemas de normas y de vida, que se supone debe practicar todo jefe de Estado en cualquier parte del mundo. De esta misma manera se comportó en sus viajes anteriores cuando del 23 al 27 de enero de 1959 realizó una visita amistosa a Venezuela y del 15 de abril al 8 de mayo del mismo año, cuando realizó un periplo por los Estados Unidos y algunos países de América Latina, como fueron Argentina, Brasil, Uruguay y Trinidad. A pesar de que Fidel en ese entonces se estrenaba como primer ministro del gobierno revolucionario, ya se proyectaban planes de magnicidios contra él.

Fidel es el único ser humano en el mundo que ha sido asechado, asediado, perseguido, acosado, hostigado de esa manera por los Servicios Especiales Enemigos (no solamente los norteamericanos, también los de sus aliados) con el fin de asesinarlo. Los enemigos de la Revolución Cubana conocen muy bien sus cualidades personales, sobre todo, su ejemplo personal, de estar siempre presente en los momentos difíciles, de estar siempre delante a pesar de los peligros, por esta razón muchos de estos planes criminales han sido concebidos para realizarse en escenarios donde concurrieran las masas populares, los obreros, los campesinos, los estudiantes, los hombres y mujeres más humildes del pueblo.

Como es conocido el 4 de septiembre de 1970 Salvador Allende había sido elegido presidente de la República de Chile. El 24 de octubre el Congreso ratificó la victoria. Por vez primera en la historia del mundo occidental un candidato marxista llegaba a la presidencia a través de las urnas. Durante la campaña electoral el gobierno norteamericano organizó una gigantesca operación dirigida por la CIA, con un financiamiento de diez millones de dólares y con el fin de evitar la victoria de Allende y en la cual participaron activamente mercenarios de la mafia miamense. Como todo resultó infructuoso, los Servicios de Inteligencia Norteamericanos se dedicaron a planificar todo tipo de acciones subversivas (incluso proyectos de asesinatos contra Allende) para derrocar al gobierno de la Unidad Popular. Es decir, la situación política interna en ese país se encontraba convulsa y extremadamente compleja en los momentos que Fidel realiza su visita amistosa. Se conocía que las fuerzas militares chilenas estaban penetradas por la CIA y la DIA (Agencia de Inteligencia de Defensa) y que ambos órganos estaban creando condiciones para un estallido contrarrevolucionario.

Fidel estaba consciente de la situación imperante en Chile, pero esto no sería un obstáculo para un revolucionario de su talla y estirpe. La CIA al conocer, con nueve o diez meses de antelación esta posible visita, les orienta a varios de sus mercenarios de la organización contrarrevolucionaria Alpha 66 la proyección de algunos planes para asesinar al líder de la Revolución Cubana. Entre los magnicidas se encontraban Orlando Bosh Ávila, Luís Posada Carriles, Antonio Veciana Blanch y otros. Estos peones de la CIA, al conocer que el líder revolucionario cubano sostendría un encuentro con los mineros de la Mina de cobre Chuquicamata, el día 14 de noviembre, como parte de su gira por el país, planifican un primer intento, que consistía en colocar una bomba conteniendo explosivos plásticos de alto poder destructivo en un punto de la carretera, por donde se desplazaría Fidel en el trayecto hacia dicho lugar, pero falló el mecanismo de detonación.

De inmediato se pone en marcha un segundo intento criminal. Aquí entran a actuar los elementos contrarrevolucionarios Jesús Domínguez Benítez y Marcos Rodríguez, los cuales ingresan a Chile con pasaportes y documentos falsificados, con cobertura de periodistas. El primero con el supuesto nombre de Federico Pinto y el segundo, con el de Héctor Matías Acosta, ambos vinculados al canal 4 (Venevisión) de la televisión venezolana y acreditados con los pases 109 y 102 respectivamente, de la prensa extranjera. Aprovecharían la oportunidad en que Fidel ofrecería una conferencia de prensa el día 3 de diciembre y donde participarían cientos de periodistas extranjeros. Con antelación especialistas de la CIA empotraron una pistola camuflada y adaptada a una cámara de televisión. Afortunadamente los asesinos se acobardaron al considerar que no existían garantías para conservar sus vidas y no accionaron el dispositivo. No obstante, ambos conspiradores tenían prevista otra variante magnicida, pues habían alquilado una habitación en el hotel Carreras Hilton, en una posición con perfecta visibilidad hacia el balcón del Palacio de la Moneda, desde donde suponían que Fidel ofreciera un improvisado discurso a personas del pueblo congregados allí. En este caso utilizarían un fusil automático, con silenciador y mira telescópica, pero también desistieron de esta variante.

Prosiguen con sus planes en un quinto proyecto. El 4 de diciembre, cuando el compañero Fidel va de regreso a Cuba y el avión hace escala en el aeropuerto de Lima, Perú, planearon dispararle desde un lugar próximo donde se estacionaría la aeronave. Casualmente el avión fue estacionado en otro lugar distinto y distante de donde se encontraban emboscados los malhechores.

Planifican un sexto intento, esta vez durante la escala en el aeropuerto de Guayaquil, Ecuador, en el momento en que Fidel descendiera de la aeronave. Luís Posada Carriles sería quien dispararía con un fusil con mira telescópica desde un avión propiedad de los hermanos Guillermo y Roberto Verdaguer Boar, que estaría estacionado en un hangar del aeropuerto. Nuevamente todo fracasó al negarse, en el último momento, los hermanos Verdaguer a colaborar en tan descabellada idea.

Por fin, el domingo 5 de diciembre de 1971 regresa Fidel a la patria. No hay dudas que fue una visita histórica, pero azarosa, pues durante esos 24 días, su vida estuvo plagada de riesgos.

Autor: Israel Valdés Rodríguez

Tomado de Cuba por Siempre.

 

 
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